miércoles, 28 de noviembre de 2012

¡Se acabó!

Sí. Se terminó el NaNo. Al menos para mí. Quedan dos días para llegar al límite y me he quedado en algo más de 38.000 palabras. Pero no pasa nada. Estoy contento para ser la primera vez.

Como toda primera vez, siempre es menos de lo que uno espera. No sé si a vosotros os ocurrió lo mismo; pero en mi caso fue así. Éramos jóvenes e inexpertos, y lo que tenía que ser una formidable iniciación al placer del adulto, por ambas partes, no llegó más que a un rápido y tímido "tira y afloja" en el que casi nos pillan en pleno proceso. En fin... otra historia más de romanos.

Pues habiendo terminado el NaNo, sólo me queda ahondar en lo que he escrito y hacerlo decente para poder, como mínimo, quedar contento. Y es curioso porque, mientras escribía la novela, una avalancha de ideas nuevas me atacaban, intentaban que apartara mi atención de la historia para dedicarla a tomar apuntes; apuntes que seguían su proceso natural (lo que empezaba siendo una frase terminaba como un párrafo, y luego otro, y otro más). Ahora mismo tengo unas cuantas historias a la espera de ser agarradas por el pescuezo y hacerlas vomitar sobre el Gran Blanco. Una de esas ideas fue la que desembocó en un relato que empecé como el resto, con la primera frase, y ha acabado siendo una historia de más de 5.000 palabras que concluyó al día siguiente. Esa historia ya tiene destino: Steamtales. Sólo faltan retocar un par o tres de cosas y a mandarla a tomar viento cibernético. Otra de esas historias será, lo más seguro, la que coja para moldearla todo lo que pueda, y se vaya a visitar a los amigos del Calabazas. Y otra más, aunque esa se quedará en casa, y que trata sobre lo más trillado que hay ahora mismo: los zombis. Sí, Zombis. Más que zombis... yo diría que son Hoolz... porque nunca puede saberse qué ocurriría si los dos grupos de hooligans más famosos de este país se encontraran en las gradas de un gran estadio de fútbol... Y menos sí, cada uno de esos grupúsculos lo conformaran hordas de zombis hambrientos de lucha y de carne; y que el protagonista, Carlos, fuera un recién admitido dentro del grupo especial de los antidisturbios de los Mossos d'Esquadra... Habrán muertes, carreras y hostias (¡a mansalva!). Vamos... lo típico dentro del mundillo Hool. Sé de lo que hablo. 

Y hasta aquí puedo escribir...

jueves, 22 de noviembre de 2012

La penumbra de la esfinge


La oscuridad era total.

Hacía tres días que la luz se había consumido, apagándose en un abrir y cerrar de ojos y dejando la sala de la esfinge en completa negrura.

«No se alteren, por favor, y siéntense en el suelo contra la pared», eran las únicas palabras que el guía del grupo supo pronunciar, y las repitió en voz alta entre la bulla de voces nerviosas. Sentí cómo manos y piernas me tocaban, me empujaban, alterados, hasta hacerme daño. Me dejé arrastrar contra la pared hasta quedar sentada en el suelo. Así noté el aliento de un fétido fumador a mi lado, respirando con angustia, rezándole en voz baja a la oscuridad.

Los gritos se fueron acallando lentamente con el paso del tiempo. Tan sólo algún quejido aislado, algún sollozo tímido, algún sonido de ropa refregándose contra la pared, fue lo que logré escuchar. Me mantuve callada y cauta.

A veces accionaba la luz del móvil para poder alumbrar a mi alrededor. Podía ver los rostros de pavor que mostraban mis compañeros, atenuados por la luz mortecina del teléfono, hasta que éste dejó de funcionar.

Entonces se hizo el silencio. Un gruñido lejano de vez en cuando; algún sollozo extraviado que zozobraba a través del mutismo colectivo. Cuando escuché un lejano ronroneo intuí que pronto volvería la electricidad, y que por fin saldríamos de aquel maldito agujero.

De repente la luz irrumpió con fuerza, y me cegó durante unos instantes. Cuando mis pupilas se contrajeron, cuando volvieron a su estado natural, empezó mi locura. A mi alrededor estaban los compañeros inmóviles, con la piel reseca y arrugada, con sus cuerpos drenados, cadavéricos, y los ojos colgando sobre los pómulos agrietados, pendientes de los orificios por sus finos y rojizos nervios. Me llevé las manos a la boca para intentar reprimir la histeria en la que me encontraba y vi, cerca de mí, un surco sanguinolento que desaparecía por entre mis piernas. Justo en ese momento percibí que algo reptaba por mi espalda, y al notar sus dientes perforándome la piel comprendí que era demasiado tarde.

Éste es el minirrelato con el que participé en el concurso de Fantasti'cs '12; pero como ya han salido los finalistas (y no está entre ellos), lo cuelgo aquí, por si alguien desea despotricarlo a conciencia...

Sed buenos. Sed de cerveza. 

Pesadillas de un niño que no duerme

He aquí otro de esos libros de antologías que adquirí, una tarde algo... alcohólica, de manos de su mismo creador. Con un total de 34 relatos, Juan Ángel Laguna Edroso, para muchos "Kachi" o "Patapalo", ha querido mostrarnos su lado más amable dentro del terror.

Muchos de esos relatos me han fascinado. No sólo por la idea o por la historia en sí, sino por su buen manejo del diccionario y su habilidad para recrear la atmósfera que permite escenificar la historia en imágenes dentro de la cabeza. Me gusta mucho el estilo que utiliza. Quizá haya algún que otro relato que me ha agradado menos que el resto aunque, en general, creo que es un libro que todo amante del terror español debería tener dispuesto en su estantería.

Aquí lo que la editorial (23 escalones) imprime en la contraportada:

Pesadillas de un niño que no duerme se articula en torno a dos ejes: el terror onírico como terreno fértil para la fantasía oscura y la ingenua mirada infantil como motor para lanzarse a la creación y al ejercicio de fabular historias. Con un hilo conductor tan mudable, es comprensible que los relatos recogidos en esta antología oscilen entre la fantasía más surreal y el realismo más perturbador, a veces mezclándose ambos extremos sin solución de continuidad, pues el universo de las pesadillas no se restringe a lo fantástico y, afortunadamente, nos hemos habituado a navegar entre ambos mares sin cambiar de barco.

«El Casco Viejo era un dédalo insondable para los extraños: calles que morían sin previo aviso, pasajes que sorteaban los combados edificios, arcos abiertos como hambrientas bocas de cíclope, vestigios de épocas pasadas, oscuros caserones que mostraban generosos sus entrañas, enrejados sumideros por los que se perdían las aguas pluviales y, en el rincón más insospechado, una puerta al submundo. La rata se la mostró al final de la trastienda de un taxidermista. Tras las cortinas de pellejos secándose, más allá de las estanterías repletas de botes de conservantes y tarros llenos de ojos brillantes como cuentas, una tapa obstruía un túnel, un túnel conducía a las profundidades y las profundidades prometían un reencuentro. Ahí empezaba el verdadero laberinto».

Aquí la portada del libro:


martes, 20 de noviembre de 2012

Habemus Novelix

Pues sí.

Por fin, después de cuatro años largos, donde la crisis no sólo me ha visitado económicamente, sino también novelísticamente, puedo decir que tengo el primer borrador de la novela terminado. Ha sido curioso, pero así son las cosas, a veces. No es más que un simple esbozo, rápido, escrito con jeroglíficos que sólo yo entiendo, pero con innumerables apuntes desperdigados a lo largo del documento para hacerlos servir de guía y poder meterle mano a cada capítulo como se merece. La empecé y la terminé, y ya sólo por eso estoy contento. Aunque... 

Tenía claro que iba a participar en el NaNo para poder hacer la novela, y nada más que me ha dado tiempo a superar el ecuador del concurso, algo más de 25.000 palabras, pero ya tengo la historia metida en un bote. Y ahora... debo abandonar el NaNo, pero por otros motivos. Eso no quiere decir que no continúe sumando cifras al contador de la página, pero el cambio de prioridades me obliga a mirar hacia otro lado. Otro lado más amargo, que es la vida real.

Suerte que siempre nos quedarán esos mundos ficticios donde perdernos cuando tenemos algo de tiempo. Mundos donde los problemas los haces surgir y desaparecer cuando se te antoja. Donde volar es igual de posible que descuartizar al más cabrón que se cruza por tu camino, conducir el coche más caro y follarte a la tía más buena; incluso ponerte hasta las cejas de droga sin que eso afecte a tu salud.

En fin... ¡Qué bonito es escribir, eh!

No sé quién coño dijo que cada uno de nosotros escribe su propia vida...

Yo escribo las de mis personajes.

Casualmente, la novela transcurre en un pequeño pueblo asturiano, y ardo en ganas de irme a vivir allí.

Pues sí, lo que son las cosas...

martes, 13 de noviembre de 2012

3 libros, 3...

¿Os dije que había ganado otro premio?

Os lo digo ahora, pues: gané otro premio. Sí. 

No sé que ocurre pero la cosa es bastante curiosa:

Nunca había oído hablar sobre el Steampunk, y menos aún escribirlo, pero me animaron a participar en un concurso que acabé ganando con una amiga. 

Y hace poco ocurrió lo mismo con el tema de los zombis. Quizá había escrito algo muy, muy corto (para Cuentacuentos, creo), que no superaba las 500 palabras. Javier Herce, con la revista Ultratumbra, organizaron el II Premio Ultratumba, con el único requisito de tratar el tema de los zombis. Me animé a participar porque tenía un relato la mar de majo, que lo escribí expresamente para un certamen llamado Carne Nueva, donde únicamente podían participar las personas que nunca hubiesen publicado nada bajo esa temática. No lo quisieron. En fin... 

Total: que lo envié al II Ultratumba, sin mover ni un punto ni una coma, tal cual, y me llevé el primer premio.

La antología tenía que haber sido publicada el día después de Halloween, pero por desgracia, uno de los relatos que componían esa entrega era muy similar a lo ocurrido esa misma noche en el Arena de Madrid. Mientras, han estado deliberando en si conservar el relato en la antología o sacarla a la luz sin él. Al final se ha decidido incluirla. Así que... en breve colgaré aquí el link para que os la podáis descargar y masticar con tranquilidad.

Ah, sí... ¿A qué viene esta entrada?

Es que hoy me ha llegado el premio del certamen de Ultratumba, como podéis ver en la "afoto":


Son libros que tienen muy buena pinta. Poco a poco los "Másreseñearé" para que les echéis un vistazo, por si os interesan... 

jueves, 8 de noviembre de 2012

El terror llama a tu puerta

Eso si pudiera considerarme como el Terror.

Escribirlo, pues sí que lo hago, y con muchas ganas. Es uno de los géneros en los que más a gusto me siento y en el que mejor me desenvuelvo, junto con el género negro (policiaco, y tal...).

Pero el terror, esta vez, me ha abierto sus puertas. Sí. Y cuando he traspasado el umbral mi cuerpo ha dejado de obedecerme. El corazón se me ha acelerado, martilleándome las costillas. Las manos apenas han logrado guardar la compostura por culpa de los nervios; incluso ahora, mientras escribo, debo rectificar las mil erratas que mis dedos temblorosos provocan. Los ojos, inyectados en sangre, inmóviles ante una imagen tan fantástica como aterradora. Tras esa puerta se esconde el Mal. Sí, queridos lectores; el Mal, con mayúsculas. Ese Mal tiene nombre y apellidos, y está fracturado en quién sabe cuántas figuras humanas, que viven entre nosotros. Podemos llegar a verles, a escucharles... a tocarles; aunque cuanto más disfrutaremos de esa plaga maldita, oculta tras una corroída y desvencijada puerta de hierro, es... leyéndoles. Cada uno de esos diablos siembra el Mal por allí donde pasan, y dejan un rastro cargado de palabras tras de sí, para que almas pecadoras como la mía les sigan y caigan en sus garras. Existe un lugar donde se cobijan de las miradas ajenas, de personas moralmente incrédulas, del mundo real; dejando en el perchero de la entrada el disfraz que llevan puesto en su vida diaria, para convertirse en lo que realmente son. 

Ahora, pobre de mí, ya formo parte de esa maldita plaga.

Esta es su guarida; aunque yo, de vosotros, me lo pensaría antes de llamar:


Aquí es donde el Terror cobra forma.

El camino de baldosas amarillas

Con este título tan suculento (cada cual que mire hacia su niñez como le dé la gana), Juan de Dios Garduño presenta la que va a ser su nueva novela. Comentan por ahí que tiene una pinta exquisita. Esperaré a que caiga en mis manos para poder corroborarlo. Aunque acabo de conocer a este pedazo de escritor, llevo oyendo de él desde hace bastante tiempo, sabiendo que está esperando a que le concedan uno de los tronos en el Olimpo de los Dioses del Terror Español. No es la primera novela del amigo Juande, aviso.

Mientras, os dejo la nota de prensa que la editorial Tyranosaurus Books a remitido al público para que vayáis salivando a conciencia:

Tyrannosaurus Books publicará en diciembre la nueva novela de Juan de Dios Garduño.
El autor de Y pese a todo… nos traslada a un psiquiátrico de la posguerra española en un emotivo relato sobre la crueldad humana que conjuga drama y terror.

El camino de baldosas amarillas es la nueva incursión literaria del autor cordobés Juan de Dios Garduño, nombre de referencia en el panorama actual de la literatura española de terror. Con esta novela, Garduño alcanza un nuevo grado de madurez uniendo tragedia y realismo, sentimiento y horror.

El camino de baldosas amarillas se publicará este próximo mes de diciembre bajo el sello de la editorial Tyrannosaurus Books y viene precedida por el éxito de su anterior novela, Y pese a todo... (Ed. Dolmen), premiada con el Premio Nocte de Terror a la Mejor novela de terror nacional en 2011 y de la que actualmente se está preparando en USA la adaptación cinematográfica que dirigirá el realizador español Miguel Ángel Vivas (Secuestrados, 2011), y será producida por Vaca Films y Ombra Films de Jaume Collet-Serra.

Sinopsis de la obra:
"Las cosas no son fáciles tras la Guerra Civil. Una fría noche de diciembre, el pequeño Torcuato es obligado a abandonar todo aquello que ama cuando, debido a un desafortunado incidente, ingresa en un manicomio de Valladolid. El único lazo que conservará con su pasado será un viejo libro prestado, El maravilloso mago de Oz.
En los siniestros pasillos del psiquiátrico, Torcuato tendrá que hacer frente a sus propios miedos mientras intenta convivir con los extravagantes inquilinos que ahora comparten su vida. Pero lo que no sabe nadie es que en lo más profundo del centro, el mal ha cobrado forma y aguarda a una nueva víctima."

Aunque se podrá encontrar en las librerías a partir del mes de diciembre, la editorial ofrece la opción de reservar un ejemplar con el método de precompra, clicando en el siguiente enlace: 

Y aquí tenéis la portada tan guapa que ha hecho un monstruo de la ilustración, como es Daniel Expósito Zafra:





miércoles, 7 de noviembre de 2012

Origami de un cerezo (mes envies de Nothomb)


Ni la publicidad, ni los premios; ni siquiera ser una de las musas para otros escritores, hacen que de su rostro florezca una leve sonrisa. Y allí está ella, observando lo único que es digno de ver florecer: los almendros. Sentada sobre un tronco, a espaldas de su gran amado Fujiyama, recuerda con amargura el último de sus fallidos romances que, como siempre, brota de entre las ramas desnudas, aparece como una ligera mota de algodón, suave e inmaculada, y crece hasta convertirse en una preciosa flor donde se concentra toda la pasión que entrega ciegamente a quien la corresponde. Pero nunca consigue llegar hasta el fruto, pues antes de alcanzar el estado de madurez, el portador de la simiente se marchita fulminante bajo el peso de la popularidad. Y así se siente ella, después de cada libro: sola, rodeada de una multitud a la cual ignora, pues ve como el fruto que realmente aprecia se pudre entre el gentío, biodegradándose hasta desaparecer de su vida.

Una lágrima resbala por su pálida mejilla, precipitándose al vacío, hasta impactar sobre las palabras que acaba de escribir, emborronando la tinta que se licua con la amargura del recuerdo. Observa la gota purpúrea que recorre la hoja hasta ser absorbida por la gran galaxia blanca que apresa entre sus manos, donde escribe su libro más personal. El rastro de esa lágrima se vuelve etéreo, transformándose en la sombra de un pliegue con el que ella recrea en su mente una figura rígida de papel. Y la angustia vuelve en forma del capullo que brotó de las manos de Rinri y la primera vez que le enseñó el arte del origami.

«¿Ves?», le decía el joven, acariciándole las manos. «Todo fluye de la mente, del corazón». La relación se formaba a través de metáforas, ya que los pliegues de ambos lados se juntaban, como sus culturas; se doblaban una y otra vez, como sus vidas; hasta que nacía una bella figura, como su amor.

Daisuki.

Los pasajes entrecortados se aparecían en su mente a velocidad vertiginosa, como fue la relación. Su primera visita a Japón. El día que se presentó en casa de los padres de su futuro alumno de francés. Los paseos por los jardines y el viento que transportaba el aroma de las diferentes flores. La vergüenza del joven al rozar el hombro de ella… La primera vez que de su boca nacía Daisuki.

Daisuki, y los ojos se le llenan de lágrima.

Daisuki, y el temblor de sus labios la ponen nerviosa.

Daisuki…

La escritora dio un respingo cuando el frío viento que descendía del Fujiyama la sorprendió, haciendo revolotear los pliegues del kimono, llevándose la pequeña golondrina de papel que le hacía compañía y le dañaba el corazón cada vez que la observaba y le venía el recuerdo de las cálidas manos de su amado. No hizo nada por verla volar, alejarse, desaparecer; como lo hizo Rinri, dejando en su memoria los restos del polen que ahora escampaba por las amplias llanuras japonesas, hasta donde la vista de ella lograba alcanzar.

«¿Continuará aprendiendo francés?», se preguntaba, articulando con palabras mudas su traducción al idioma nipón.

«Va bien, alors…fais même que moi : Je m’appelle Rinri. Vais y!», y una sonrisa pobre se le escapaba, apenada, al pensar en su primera frase.

Daisuki, aprendió ella en un diccionario.

Daisuki, le sorprendió al joven, una tarde de otoño.

Aishiteru, le contestó él, abrazándola bajo unas sábanas de algodón con amor como única fragancia.

Aishiteru, le dijo por última vez antes de desaparecer de su vida.

Se quedó muda delante de los micrófonos que la apuntaban, viéndole marchar cabizbajo. De nada sirvió esconderle su verdadera identidad, pues quería protegerlo a él, a los dos. Y cuando la publicación de su último libro estuvo al alcance de todos, algunos dedos señalaron hacia una pequeña región de Japón, a las faldas del monte venerado, como refugio de la escritora.

«Maldita sea», se recriminaba una y otra vez.

«No se puede tener todo», le dijo Rinri, mirando al suelo. «Y yo sólo quiero tenerte a ti».

Los ojos de la escritora volvieron a derramar la rabia, la pena, en pequeñas lágrimas salinas que le rallaban los pómulos, penetrando por la comisura de unos labios entreabiertos que susurraban aishiteru al viento, a un rostro incorpóreo que se le aparecía en su imaginación, de perfil anguloso y ojos benévolos, curiosos de vida; y sonrisa sincera.

Aishiteru, y se estremecía al pensar que era él quien lo pronunciaba una vez más.

Aishiteru…

Los Dioses que habitan en la cima del Fujiyama la llaman a voces, transportando en su lengua de viento olores y sonidos, recuerdos. Llevándose a su paso los pensamientos amargos que la atormentan, arrancando de sus manos las hojas del diario que escribe desde el abandono. Otro más. Hojas y hojas, palabras, y frases dolorosas, adornadas con lágrimas que deforman las letras. Hojas que vuelan a su alrededor como pájaros enfadados, como golondrinas de origami, como un amor; y se alejan. Al ponerse en pie, al darse la vuelta, recibe la bofetada de las deidades, secándole la cara con el vendaval que se forma a su alrededor. Extiende las manos hacia los lados y percibe que las amplias mangas del kimono ondean con fuerza, que su pelo se agita fiero. Y al cerrar los ojos se imagina saltando desde la cima, empujada por una mano celestial, y cae al vacío, como sus lágrimas; el viento le golpea la cara, le ciñe el vestido al cuerpo, le extirpa los malos pensamientos.

Aishiteru, escucha.

Aishiteru…

El corazón golpea frenético contra las costillas. Las piernas le tiemblan, no sabe si de nervios, frío o haber escuchado su voz.

Aishiteru, escucha de nuevo.

Y la sonrisa de almendro florece, agrietando los surcos olvidados de sus lágrimas. Al darse la vuelta no ve más que la planicie por donde se deslizan las hojas de su vida, y los surcos que albergan los cerezos que un día vieron nacer su amor, y ahora observan en silencio cómo la locura se apodera de su dueña.

Los cerezos, la única compañía que hasta entonces la escuchaba, se vieron acompañados por un pequeño estanque habitado por dos carpas. Y todo fluía en armonía, pues ellos eran el nacimiento, la vida y la muerte; y ellas la semilla interior del ser que, cuando esté preparado, convertirá en dragón. La escritora las miraba con desdén, viendo sus horribles rostros de largos bigotes. El viento sopló una vez más, aullando entre los árboles, haciendo temblar la superficie del estanque. Todas las fuerzas giraban en torno a ella, pero no comprendía las metáforas que le anunciaban. Sólo veía sombras de las ramas que se proyectaban sobre el agua temblorosa, y las carpas que danzaban juntas, mofándose de ella.

         Más lágrimas que resbalaban.

Más pensamientos dolorosos.

Daisuki.

El viento trajo con él la golondrina de origami, magullada, sucia; y la depositó sobre la superficie del estanque. Una de las carpas giró sobre sí misma y se lanzó en su busca, atrapándola y haciéndola desaparecer en las profundidades.

Aishiteru.

Quizá ya estaba preparada.

Se adentró en la casa, dejando atrás el alboroto de hojas desperdigadas por el campo, como la simiente de su amado, como el recuerdo que arrancará de su interior a golpe de tecla.

Al sentarse, colocó sobre la máquina de escribir una golondrina idéntica, hecha por ella.

Domo arigato gozaimasu, Rinri —pronuncia pausadamente—. Aishiteru.

Más que reseñas


No me gusta hacer reseñas. Más bien, no sé hacerlas, y es por eso que nunca veréis que hable sobre tal o cual libro, destripándolo como un meticuloso forense, escalpelo afilado en mano.

Más que reseñas será una etiqueta, un espacio para mostrar las publicaciones de gente conocida a la que le tengo un gran respeto y admiración. Personas, escritores, que sacan adelante proyectos en los que creen y sacrifican su tiempo. Así pues, este espacio es para todos ellos, y para vosotros, los que os pasáis por aquí, pues es una buena manera de manteneros informado de lo que se va cociendo en el panorama literario del país. Escritos de casa hechos por escritores de casa. ¿Qué más se puede pedir? ¡Que le tiemblen los pilares a Ken Follet, que aquí llega el mejor producto de casta ibérica!

Poco a poco iré colgando los libros que han ido cayendo en mis manos, con los que he ido disfrutando a lo largo de este tiempo; también los que caerán, según como funcione mi economía particular en el momento. Todos, remarco: TODOS, los aquí presentados, son y serán de autores/as que normalmente están agazapados entre las sombras de las grandes casas literarias, en el subsuelo de esta terrible jungla de hambrientos animales que todos conocemos bajo el nombre de "Best Sellers". Si disfrutasteis embelesados entre los pasajes de El código Da Vinci, os transportasteis simultáneamente de una época a otra con El Ocho, o experimentasteis un brutal orgasmo leyendo 50 sombras de Grey, ya podéis abandonar este espacio o vuestras retinas quedarán escandalosamente dañadas por lo que vendrá próximamente...

Aunque colgaré el primer título mañana, con calma, hoy daré una pequeña pista: La dulce Alicia no hubiera deseado elegir ese camino...

domingo, 4 de noviembre de 2012

Primer domingo de noviembre, con cielo plomizo y amargo recuerdo de sabor a muerte...

Lo sé: o pongo títulos cortos, o extraños, o... estrafalarios, como éste último. La verdad es que me importa poco, pero siempre que atrape al lector con un buen gancho, será el efecto que esperaba.

Cierto que es el primer domingo de noviembre, que el cielo es de un color plomizo tirando a lo que está a rebosar de colillas cerca del teclado, y aún tenemos ese maldito regusto de muerte por la tragedia ocurrida la madrugada del jueves en Madrid. La juventud está desmejorada, de eso no hay ninguna duda. Ayer mismo, yendo en el tren hacia Barcelona, pude comprobarlo, pues el vagón estaba apestado (sí, apestado) de jóvenes maleducados que lo único que hacían era meterse en el compartimiento que hay entre los vagones para liarse a fumar porros. Lo de "apestados" también va por mí y por mi pareja, ya que llegamos a la estación de Sans con un fuerte olor a marihuana que se desprendía etéreo de nuestra ropa. Sentí vergüenza ajena, lo digo en serio.
Todos hemos ido jóvenes y hemos salido de marcha. Yo mismo, con mi gran pandilla de punkis, íbamos y volvíamos de Barcelona cada fin de semana, entre fiestas y conciertos. Bebíamos, sí; calimocho y cerveza (el dinero no daba para más), pero aun soportando la embriaguez de lo consumido no perdíamos el respeto a nadie. Nosotros no molestábamos y ellos tampoco nos molestaban. Era ese intercambio silencioso de valores. Ahora las cosas han cambiado. Han degenerado.
-Esta es la mayoría del futuro que nos espera- le comenté a mi pareja. Y es cierto. Y me pone nervioso.

Hoy es el primer domingo de noviembre y está lloviendo. Por la noticias vuelven a repetir el caso del Madrid Arena. Se destapan cosas. Remueven hasta la saciedad los problemas de la sociedad. Estamos en una mala época, todos lo sabemos, pero no podemos evitar querer disfrutar de nuestro momento, por eso salimos y nos desahogamos (de mil maneras), por eso nos afianzamos al hoy, al ahora, e intentamos ver con los mejores ojos que tenemos el gran agujero negro que nos espera. No soy pesimista, pero me gusta fijarme en la realidad. Y no me gusta lo que estoy viendo. Por eso escribo, porque encuentro que, para mí, es una de las mejores formas para evadir de mis pensamientos todo los malos episodios diarios que leo, que veo, que escucho. Hace mucha falta, con urgencia, un cambio de mentalidad en este país, un cambio en la educación, o iremos hacia el mayor desastre generacional que ha vivido la historia de la democracia. 

No me gusta hablar de política, ni de polémicas, pero me gusta escribir (como he comentado antes); y por eso lo hago. Así que, quien lea esta entrada que se quede con la única noticia feliz de todo este escrito: es el cuarto día del NaNo y llevo más de siete mil palabras, cinco capítulos. En ellos también llueve, también hay un primer domingo de noviembre, aunque los muertos son ficticios.