viernes, 26 de octubre de 2012

¡Uno menos!


¡Por fin!

Creía que no sería posible conseguirlo, pero finalmente ha podido ser. Después de tantos días rompiéndome la cabeza entre unas cosas y otras, textos, escritos, trabajo, "accidentes" de la vida diaria... Hoy se ha hecho realidad. Bueno, tanto como realidad... Al menos lo he acabado, y eso es mucho.

Escribir un primer borrador de relato es una cosa fácil cuando se tiene la historia visualizada en la mente. Lo más arduo es que ese primer borrador pase a ser un original. Buscar el vocabulario adecuado, asimilar las frases al ambiente que se quiere dar al reato, estructurar lo mejor posible el transcurso de esa historia, saber dónde cortar, dónde rellenar, dónde desechar... hasta que tienes "algo" más o menos parecido a tu idea inicial. Es posible también que no se le parezca en nada a lo que debía ser en un principio (ocurre la mayoría de las veces), pero bueno... es cosa "del directo", ¿no? Después de todo esto lo dejas en barbecho y a dormir.

Tres días después lo coges con ganas, sin recordar muchas de las cosas que has escrito (una manera de hablar, claro), y viendo todos y cada uno de los fallos ortográficos (que en mi caso son pocos, algo de bueno tengo), se corrigen y se hace una segunda lectura de comprobación. Luego lo dejo descansar un día o dos más.
La tercera vez ya voy directo al papel, imprimiéndolo antes de echarle el vistazo. Suelo dejarlo apartado y hacer mil -1.000, como lo digo- cosas más. Cuando llega la noche, después de cenar, y tumbado en la cama con el silencio como único acompañante, le doy ese Gran Repaso, bolígrafo rojo en mano. Tachones, apuntes, marcas de repeticiones, anotaciones al pie de página, al cabeceo, por los laterales, en la parte de detrás de la hoja... Y duermo. Al día siguiente compruebo todo lo que hice y pienso: "-¡Oh, Dios! Si hay más rojo que negro..." Y ahí es donde me planteo dejarlo y empezar uno nuevo (como fue el caso de éste, que es la tercera versión de la historia que tenía en mente).

Dos repasos más. Dejar a algún colega (cuando hablo de colega me refiero a otro escritor, a ser posible mucho mejor que yo, y eso es fácil), ver qué impresiones me da, qué correcciones haría él/ella, por dónde llevaría los tiros... hasta que lo vuelvo a corregir una vez más. Esta es la parte más reconfortante pues es la primera vez que tu escrito es visto por una persona ajena. Persona a la cual siempre se le ha de agradecer, pues bastante faltos de tiempo vamos los que nos dedicamos a esto, aunque sea por afición, pues escribir un relato, al contrario de lo que piensa mucha gente, es MUY largo de hacer. A todo esto, y nunca me cansaré de decirlo: gracias a todos los que me habéis corregido algún relato, a los que e estáis corrigiendo en estos momentos, y a los que me los corregiréis en un futuro, ¡¡¡porque lo haréis!!!

Finalmente, después de lo que fue un primer borrador, escrito en unas cuantas horas, acaba llegando el relato que ha tardado una semana en gestarse de verdad.

Y hoy, por fin, he podido enviarlo para la convocatoria de Calabazas en el Trastero. Espero tener suerte.

¿Que qué es Calabazas en el Trastero? Pues... buscadlo vosotros mismos, porque si estáis leyendo esto es que tenéis Internet (y todos conocemos a San Google).

Apa doncs, ahí queda eso.

Hasta la próxima... chorrada.

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