jueves, 22 de noviembre de 2012

La penumbra de la esfinge


La oscuridad era total.

Hacía tres días que la luz se había consumido, apagándose en un abrir y cerrar de ojos y dejando la sala de la esfinge en completa negrura.

«No se alteren, por favor, y siéntense en el suelo contra la pared», eran las únicas palabras que el guía del grupo supo pronunciar, y las repitió en voz alta entre la bulla de voces nerviosas. Sentí cómo manos y piernas me tocaban, me empujaban, alterados, hasta hacerme daño. Me dejé arrastrar contra la pared hasta quedar sentada en el suelo. Así noté el aliento de un fétido fumador a mi lado, respirando con angustia, rezándole en voz baja a la oscuridad.

Los gritos se fueron acallando lentamente con el paso del tiempo. Tan sólo algún quejido aislado, algún sollozo tímido, algún sonido de ropa refregándose contra la pared, fue lo que logré escuchar. Me mantuve callada y cauta.

A veces accionaba la luz del móvil para poder alumbrar a mi alrededor. Podía ver los rostros de pavor que mostraban mis compañeros, atenuados por la luz mortecina del teléfono, hasta que éste dejó de funcionar.

Entonces se hizo el silencio. Un gruñido lejano de vez en cuando; algún sollozo extraviado que zozobraba a través del mutismo colectivo. Cuando escuché un lejano ronroneo intuí que pronto volvería la electricidad, y que por fin saldríamos de aquel maldito agujero.

De repente la luz irrumpió con fuerza, y me cegó durante unos instantes. Cuando mis pupilas se contrajeron, cuando volvieron a su estado natural, empezó mi locura. A mi alrededor estaban los compañeros inmóviles, con la piel reseca y arrugada, con sus cuerpos drenados, cadavéricos, y los ojos colgando sobre los pómulos agrietados, pendientes de los orificios por sus finos y rojizos nervios. Me llevé las manos a la boca para intentar reprimir la histeria en la que me encontraba y vi, cerca de mí, un surco sanguinolento que desaparecía por entre mis piernas. Justo en ese momento percibí que algo reptaba por mi espalda, y al notar sus dientes perforándome la piel comprendí que era demasiado tarde.

Éste es el minirrelato con el que participé en el concurso de Fantasti'cs '12; pero como ya han salido los finalistas (y no está entre ellos), lo cuelgo aquí, por si alguien desea despotricarlo a conciencia...

Sed buenos. Sed de cerveza. 

2 comentarios:

  1. Vale que he tardado en agregarte a mis favoritos pero esta historia tiene huevos...jajajaja...

    Eres un crack del terror y el suspense...

    Abrazus..

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  2. Coñe, Yasi!
    Bienvenido a este pseudoblog!!! XDDD

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